martes, 11 de mayo de 2010

Relato desde la colina. (Sahara,1/05/2010)


El tiempo se detiene cuando entras en este mundo tan asombrosamente distinto a lo que conocemos. Mires donde mires, distintos tonos de marrón, un color infinito, cálido y acogedor. Los cinco sentidos de que disponemos son insuficientes para llevar a lo más profundo de nuestro ser la esencia de este maravilloso lugar. Qué mediocre el lenguaje, insuficiente para describir un sentimiento como éste.

Mis ojos se clavan en una camioneta de color verde oscuro que, atrapada en la arena que nos envuelve, poderosa y enigmática, trata de continuar su camino ayudada por seis criaturas de entre siete y diez años que gritan sonrientes, protegidas por un lejano recuerdo para mí: la inocencia de ser una niña, ignorando todo aquello que va más allá de mi burbuja. Felizmente engañada.

Mi olfato, pura concentración de micropedacitos de desierto. Cierto olor salado me llega hasta los pulmones, intensificando ese vínculo que ha establecido mi alma con esta tierra, artificial y voluntariamente desordenadas.

Mis labios, resecos y doloridos, todavia me permiten llevarme a la boca un sorbo de este viento perseverante e imparable que otorga un dinamismo extraño a la calma aparente que hipnotiza cada centímetro de mi piel, de mis huesos, cada músculo.

Mi mente, no obstante, permanece en un estado de histeria al conocer el terror que subyace en los cimientos de este paisaje. Mis sentidos rendidos al encanto de esta imagen. Mi consciencia ardiendo en deseos de romper a gritar de impotencia y de rabia. No puedo explicar el por qué de la injusticia. Realmente no soy capaz de contestar en este momento a ninguno de mis porqués.
Se interrumpe mi reflexion cuando una cabra se postra a diez metros de mi, emitiendo un sonido gutural desconocido para mí. Deduzco que a modo de manifestación de poder. Yo sigo escribiendo. Los cuernos que nacen en su sien me avisan de que mejor me mantenga quieta y relajada. No siento miedo, mas su desafiante grito estimula mi instinto de tener los pies preparados para salir corriendo. Parece que, tras unos incalculables minutos, decide continuar su camino y darme permiso para volver a respirar.

Y, como siempre ya he perdido otra vez el hilo de lo que decía... Ah sí, la enorme contradicción entre mi mente y mi cuerpo. Uno absorviendo esta desbordante belleza. Otra tratando de no estallar en un húmedo torrente de desesperación.
Qué doloroso... qué oscuro y lúgubre se presenta todo si lo miras desde el interior y no desde los sentidos. Tan pronto me hallo enchida en tristeza como se desvanece al contemplar la linea que divide el suelo y el cielo. Todo del mismo color... Es terriblemente hechizante. Debería quizá rendirme a los sentidos y desconectar por un instante?No sería justo.

Me gustaría cerrar los ojos y poder recordar que este no debería ser el paisaje. Debería estar viendo el mar, libertad, voluntad, tranquilidad en los ojos. Satisfacción en la sonrisa. Sin embargo, desconectar mis sentidos de esta preciosa vista me resulta imposible.
Mañana será un recuerdo...
Trataré de reocrdar también las desgastadas manos que han sido obligadas a golpe de injusticia a crear este espectacular ecosistema.

2 comentarios:

Mario Álvarez dijo...

Gracias de corazón por ponerme entre tus blogs!!! Espero conocerte algun día y empaparme de las historias del Sahara que tengas para compartir.

Un abrazo enorme.

JOAN dijo...

Magnífic text Laura, com el comentari a l'entrada del Mario!! Mas fet posar vermell i tot quan deies q tinc algo de màgic^^
As vist, encara aure fet que us feu amics i tot XD
Ma agradat molt aquest text xq recull la contradicció que jo tmb vaig viure en molts moments, entre el plaer i el compromís, entre el deleit i el dolor...
Bé, malegra molt veuret actualitzar sovint i amb escrits personals!!

1petunàs!!