domingo, 11 de septiembre de 2011

Impasse.

Si hay algo realmente inevitable e irreversible en esta vida es el crecimiento. El paso del tiempo trae consigo la capacidad de ver con perspectiva las distintas etapas que conforman nuestra vida. Sumamos experiencia con cada una de ellas y, no obstante, resulta complicado identificar cuándo estamos en ese punto de transición entre una y otra.

Hace unos meses que noto una evolución en mi forma de concebir la lucha por una sociedad consciente, solidaria, respetuosa, justa, equitativa, tolerante. Hasta ahora la herramienta esencial que he utilizado para este fin es la participación en todas las organizaciones y movimientos sociales con los que comparto horizonte. Ya sea en la política, en el sindicato, en oenegés o en el 15M, cuya influencia en mí todavía no alcanzo a calcular, nunca me ha faltado pasión y voluntad para luchar. Peco de tener el cerebro en las vísceras, me he equivocado miles de veces y no siempre he sabido rectificar a tiempo, pero jamás nadie ha podido cuestionar mis valores ni el yugo que me une a ellos. Ahora estoy experimentando un impasse. Maldigo la oscuridad constantemente, sin caer en que mi intención original es encender luces, parafraseando el título de este blog. Demasiadas sombras, contradicciones, diferencias insalvables, ladridos aquí y allá, me han absorbido la última gota de fe en que es posible cambiar el mundo. Antes me aferraba a eso de “Soy una idealista. No sé dónde voy, pero sé que estoy de camino”. Ahora simplemente acepto mis limitaciones y actúo por inercia, porque soy incapaz genéticamente de ceder al egoísmo que supone abandonar la batalla a sabiendas de que millones de personas en el mundo no tienen esa opción.
Siempre he priorizado, convencida e incluso orgullosa, la lucha por la transformación social, dejando en segundo plano mi futuro, digámosle, "profesional". Una carrera que se alarga más de lo psicológica y económicamente soportable, y una total ausencia de respuesta al “¿Qué quieres ser de mayor?” me obligan a plantearme un cambio forzoso de etapa vital. No sé si ese cambio llega tarde o temprano, o si lograré recuperar la pasión y la seguridad que me caracterizaban al principio. Necesito tomarme un periodo indefinido de reflexión, recuperar mi identidad y superar esta crisis como sea.

Poco más puedo añadir. Éste es uno de los escritos más personales y más tristes que he publicado y, para hacer honor a la verdad, he tardado horas en decidirme. Siempre intento motivar a mis lectores, concienciarlos de la importancia de luchar por un mundo mejor, y a pesar de mi desencanto, os pido que valoréis lo que tenéis, que seáis humildes, que nuestro estilo de vida tiene un precio. Poned en duda todos los dogmas, las palabras, la información. Os pido el esfuerzo de identificar correctamente al enemigo, al que explota, al que especula, al corrupto, al injusto y, por encima de todo, os pido que le golpeéis a la vez, todos a una.