viernes, 16 de diciembre de 2011

Pequeños placeres gigantes.

A menudo somos incapaces de buscar los detalles del día a día que pueden cambiar de forma sustancial cómo percibimos el mundo que nos rodea. Nos perdemos siempre en grandes circunstancias, en el plano macro de la vida. Pero hoy me apetece homenajear a esos placeres silenciosos, los que pasan desapercibidos y que en días como el que he tenido hoy son un antídoto ideal para superar el desánimo.
Pisar las hojas secas en otoño o los charcos con rabia cuando acaba de llover. Navegar de acera en acera buscando los primeros rayos de sol, notar como tu piel los absorbe, cerrar los ojos y olvidar el terrible sonido del despertador cuando las farolas aún estaban encendidas. Mirar al cielo cuando vuelvo de trabajar y preguntarme cuánta gente más estará viendo la misma luna. No son locuras mías, es una realidad que se nos escapa por correr demasiado. Siempre dije y diré que somos esclavos del reloj. Nos perdemos una parte preciosa de la vida por buscarle a cada minuto una razón de ser. Nos perdemos esa parte de la vida que no necesita porqués ni paraqués.
Son dos días los que estaremos aquí y muchisimo trabajo el que tenemos por delante. Nos esperan muchos momentos de desaliento, de frustración, de confusión e incertidumbre. Tiraremos muchas toallas, las recogeremos y lloraremos y gritaremos de rabia e impotencia. Si no aprendemos a saborear estos pedacitos de felicidad que nos brinda el día a día, la energía que desaprovecharemos cuando nos estanquemos en el pesimismo, siempre corrosivo, será inmensa y de un valor incalculable.

Hace muchos meses que llevo arrastrando el lastre de la desesperanza a la espalda. No es propio de mí y siento la sincera obligación de aprovechar para pedir perdón por haberme apagado. Mi viaje a la India, que todavía trato de condensar en palabras para actualizar el blog, supuso parar mi vida del todo durante dos semanas. Dejé de pensar y empecé a desintoxicarme. Y al volver, inevitablemente, he redimensionado todo lo que me quitaba literalmente el sueño. He revisado y cambiado mi orden de prioridades, que ya tocaba, y me he reencontrado otra vez con la Laura de siempre, la que valora los placeres pequeños que tenemos a nuestro alcance cuando camina sola por la calle, esos que me arrancan sonrisas día tras día y sin los cuales no podría relativizar ninguno de los problemas que se van presentando por el camino.

Puede que no queráis comprenderlos o no los sepáis ver, pero en cuanto lo hagáis, os daréis cuenta de que entre vivir y sobrevivir puede haber una diferencia abismal.

2 comentarios:

JOAN dijo...

Ha valgut la pena esperar durant tantes setmanes una actualització teva... Possiblement és el text q més m'ha agradat dels q tu has escrit, i comparteixo de totes totes les coses que expliques, i la manera com ho fas. També el punt de vista.

Si m'ho permets posaré un enllaç al facebbok amb la teva entrada ;)

Un petunàs!

Laura dijo...

Celebro que t'hagi agradat!Encara que no sempre comenti (perquè des del mòbil és un rollo), sgueixo els teus poemes!
Millores amb el temps de forma increïble i em sorprén grtament que siguin en castellà!Però, personalment, m'agrada més el vocabulari català, no sé per què jaja

Pots penjar l'enllaç, clar que sí!Per mi és gairebé un honor!

Petons!