domingo, 10 de julio de 2011

De mi odio innato a las divisiones.


Nunca se me dieron bien las divisiones. El primer suspenso de mi historia fue en primaria, con las de dos cifras, y de la frustración de no entenderlas nació un odio destructivo hacia ellas.

Últimamente no dejo de recordar el sabor a odio. Odio los extremos, las obsesiones, la palabra "individual", la suma cero. Odio el odio visceral, el odio rencoroso, vengativo, egocéntrico. Es un sentimiento más irracional que su antónimo, más irracional que la pasión. Odiamos sin ser conscientes de ello, odiamos por pura y enfermiza inercia, odiamos y contagiamos el odio a las personas que están a nuestro alrededor, a las siguientes generaciones. Gritamos "convergencia", gritamos "confraternización" con la boca y los ojos sangrando odio. Las divisiones generan odio y ese odio acentúa más las divisiones. Un pez que hace treinta años que se muerde y mastica la cola.

Nací sin la capacidad para comprender el odio entre semejantes. Tal vez esta carencia sea un defecto de fabricación, mas prefiero verlo como una valiosa virtud. En el ajedrez, reyes, álfiles, torres y caballos campan a sus anchas aniquilando peones que permanecen estáticos por enfrentarse entre sí. Cara a cara, incapaces de moverse y reaccionar ante el peligro real que acecha a todos los peones, sean del color que sean. La vida, real como el ajedrez mismo. Grandes contradicciones que me quitan el sueño: ¿Cómo sóis tan hipócritas?¿Cómo habláis de "unidad" si sóis incapaces de superar unas diferencias basadas en un momento histórico que muchos ni siquiera hemos vivido?¿Cómo podéis estar tan ciegos que no véis más allá de vuestro propio rencor?

Olvidad de una vez, olvidad porque sabéis que es la única forma de avanzar. El óxido os corroe y os vuelve inútiles. Si no lográis superarlo nos veremos irremediablemente abocados al fracaso.

De la frustración de no entender absolutamente nada estoy engendrando el mismo odio destructivo que en su día me apartó de las divisiones de dos cifras. Y tristemente, con el vaso desbordado, seguiré mi lucha personal por otros derroteros.